jueves, 6 de diciembre de 2012

Hitman y sus errores de marketing

Hitman: Absolution se está cubriendo de gloria. El nuevo juego de la saga ya levantó ampollas con su anuncio de las monjas dominatrix asesinas. Pero si alguien pensaba que los responsables de marketing iban a aprender de sus errores, estaban muy equivocados. En un nuevo ejemplo de cómo no comercializar un videojuego, Square-Enix ha publicado una aplicación de Facebook con la que podías enviar vídeos a tus amigos en los que aparecía el calvo protagonista (no, no el de la Lotería) dispuesto a asesinarlos. Hasta ahí buenas dosis de humor negro y nada más. ¿Dónde estaba el problema? Pues en que los amigos de turno debían escoger mensajes pregrabados para que Hitman les dijese a sus infortunadas "víctimas" las razones por las que estaban siendo "asesinadas", a saber: tener las tetas o el pene pequeños, las piernas peludas, estar engañando a la pareja, etc.

Sin excusas
Al lumbreras que se le ocurrió que este anuncio sería buena idea en un año en que por fin ha salido a la luz el terrible problema del ciberacoso, con casos tan sonados como el suicidio de Amanda Todd, deberían ponerlo de patitas en la calle. Por supuesto, Square-Enix retiró la campaña en apenas una hora en cuanto asomó la tormenta de críticas, pero el daño a su imagen ya estaba hecho. Decir que desde la compañía se habían mostrado muy ufanos por haber contratado los servicios de la agencia creativa Ralph para realizar la campaña. Eso significa que hubo una larga cadena de decisiones hasta que esta nueva estrategema comercial recibió luz verde. Y nadie la frenó. Sólo se me ocurren dos cosas: o bien calibraron los posibles riesgos de mala reputación, pero prefirieron elegir el clásico "que hablen mal de mí, pero que hablen", o bien fueron realmente inconscientes de las consecuencias que su campaña podía acarrear. De cualquier manera, erraron en su decisión.

Un ejemplo de la campaña antes de que la cerraran
Internet arde con comentarios sobre la susodicha campaña, y por supuesto no le faltan sus defensores. A fin de cuentas, contenidos ofensivos siempre han sido parte habitual en cualquier medio de masas que se precie, a menudo escandalizndo la cultura establecida. Muchos artistas aseguran que hay que sacudir de vez en cuando el ambiente para evitar que la corrección política dominante pueda coartar los impulsos de libertad y creatividad.

Sin embargo, personalmente no creo que sea el caso y utilizar esas posturas como defensa de este patinazo de marketing me parece prostituir el concepto de libertad creativa. Pues aunque aún no haya consenso sobre si los videojuegos son arte o producto, o las dos cosas a la vez, no hay que olvidar el concepto de responsabilidad social. El arte la cumple ofendiendo para ampliar las miras de los espectadores. Preguntémonos: ¿esta campaña sirve para lanzar una reflexión sobre el estado del ciberacoso y la cultura de la violencia en los videojuegos de ahora o es simplemente una llamada al mínimo común denominador de una cierta clase de público burdamente esterotipado?

¿Sabéis? Cuando ví las primeras gráficas de H:A, pensaba que iba a ser una campaña de marketing con clase. Qué equivocado estaba.
La industria de los videojuegos ha crecido hasta convertirse en el medio audiovisual más importante. No vamos a engañarnos tampoco: es un medio generalmente de escapismo, aunque de vez en cuando aparecen joyas que van un paso más allá, no sólo en jugabilidad, sino también en narrativa, reflexión y valores. Sin embargo, a pesar de que ha existido durante décadas, aún no ha madurado. No del todo, al menos, y parece que algunas compañías se empeñan en mantener este status quo mientras les sea rentable. Hubo un tiempo en que la industria parecía completamente infantilizada, por lo que los guardianes morales se llevaban las manos a la cabeza cada vez que aparecía un contenido no apto para menores. Ahora, sin embargo, parece que nos encontramos en su adolescencia, con todo el aparejo que ello acarrea. Recordad, que sea un gran medio no significa que esté libre de su lado oscuro, como dijo Urko Fernández en su día. La solución no es atrincherarse a defender lo indefendible, sino hacer autocrítica y ser más exigentes con todos, tanto con las compañías como con nosotros mismos.

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